Más de 300 familias de Tumaco (Nariño) participan en un proyecto que busca reactivar la industria del camarón en esta zona del país. Con alianzas comerciales con restaurantes y marcas del mercado, su éxito, presentado recientemente en una experiencia gastronómica en Bogotá, demuestra cómo las alianzas entre comunidades y aliados pueden convertirse en motores de desarrollo comunitario y de una paz duradera en los territorios.

En Tumaco (Nariño) una serie de piscinas y estanques, algunos de varias hectáreas, marcan la reactivación de un sector productivo de las comunidades locales. Estos lagos artificiales, cerca de la costa del mar, entre montañas y manglares, son liderados por una decena de familias que, a través de diferentes asociaciones, buscan que el camarón que se consume en Colombia sea tumaqueño.

Como cuenta Ivany Plaza, lideresa local y presidente de la Federación de Acuicultores del Pacífico (Fedeacuapac), estas piscinas son solo uno de los primeros eslabones de una cadena productiva que está renaciendo en la zona. A través de laboratorios, sitios de crecimiento en el mar y fábricas de procesamiento, más de 300 de personas se dedican a producir toneladas de un camarón único en el mundo y que cada vez llega más a los platos de los colombianos.

“Siempre habíamos querido un camarón netamente de Tumaco, y ahora lo hemos consolidado como una marca colectiva que se vende en el país. Sabemos que no podemos competir en términos de altas cantidades con otros productores, pero sí con calidad. Es decir, que las personas sepan de dónde viene el producto, cómo se hace y quiénes son las personas detrás de ese sabor en sus platos”, relata Plaza.

Precisamente, como comenta la lideresa, hace unos meses la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) otorgó el registro de la marca colectiva “Camarón de Tumaco”, lo que protege legalmente la identidad y reputación del producto en el mercado. Actualmente, estas comunidades se encuentran en su cuarto ciclo de producción y con miras a seguir creciendo.

Estas iniciativas colectivas que ocurren en Tumaco —también conocida como la Perla del Pacífico— son, de hecho, una recuperación productiva. Para la década de los años 80, llegaron al municipio grandes empresas y compañías internacionales a explotar camarón, en una industria que se consolidó y que generó durante años cientos de empleos. No obstante, la situación se complicó con la llegada de la ‘mancha blanca’, un virus que causó una alta mortalidad en los cultivos de este marisco en poco tiempo y, eventualmente, la salida de la inversión extranjera.

Para reactivar este sector, las comunidades locales, en alianza con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID Colombia), la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional de Colombia (APC Colombia), la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y la Red Nacional de Agencias de Desarrollo Local de Colombia (Red ADELCO), empezaron una recuperación productiva que busca convertir a Tumaco en un enclave del camarón en Colombia. Todo esto bajo el nombre de la Alianza Público Privada para el Desarrollo del Camarón de Tumaco.

El objetivo es transformar el camarón de este municipio costero, antes aprovechado de forma dispersa, en un motor de desarrollo formal y organizado, con proyección hacia los mercados nacionales e internacionales.

“Hoy en día hemos hecho ejercicios de venta de camarón con empresas como el Grupo Takami y Bios Antillana, y el año pasado con a Crepes & Waffles. Es apenas el comienzo de las alianzas productivas que queremos seguir construyendo”, asegura Plaza, quien también resalta el rol de Olivo y Lienzo, Zhoi, Lima Cantón que apostaron en primera instancia por tener productos 100 % colombianos, como el camarón, para sus menús.

El camarón de Tumaco que llegó a Bogotá

Para contar estos avances en el territorio, se realizó hace una semana en el Museo El Chicó, en el norte de la capital del país, una experiencia gastronómica, en alianza con BIBO de El Espectador, que tenía como objetivo que los participantes pudiesen, durante unas horas, ‘Vivir en Tumaco’.

Durante la experiencia para destacar estos procesos, los asistentes escucharon, a través de marimbas, tambores y cantos, los sonidos del Pacífico colombiano, y degustaron cuatro platos cuyo ingrediente central era el camarón de Tumaco. Como complemento, se incluyeron otros sabores de la región, como conchas de mar, raíces de mangle y, entre otros, uvas de mar.

“Celebramos, al modo del Pacífico, lo que hoy se está consolidando en esta zona del país. Esto ha sido posible porque las comunidades tienen clara la ruta y una voluntad para pasar a la formalidad, para fortalecer su federación y apostarle a una marca colectiva”, manifestó Carlos Callejas, director ejecutivo de la Red Adelco.

El camarón que protagonizó esta experiencia es el resultado de cuatro años de trabajo de las comunidades en alianza con diversos aliados nacionales e internacionales para consolidar la cadena productiva en la región. Por ejemplo, se invirtieron COP 311 millones para las adecuaciones de las unidades productivas de las organizaciones Asolecac y Mujeres en Acción, que hacen parte de la federación.

Para poner en perspectiva el crecimiento de la producción, mientras que en el segundo y tercer ciclo de producción se logró la venta de 1,8 toneladas a la cadena de restaurantes Crepes & Waffles, en el cuatro ciclo se concretaron ventas de aproximadamente 5 toneladas al Grupo Bio Antillana.

En estos elementos de la cadena, aliados como Ceniacua, Terranía SAS BIC, Simbiosis y Ecomar Fishing contribuyeron a fortalecer los procesos de producción y comercialización. En concreto, se fortaleció una alianza comercial que reúne a ocho organizaciones, articuladas por la Fedeacuapac, en la que se han identificado nuevas oportunidades de negocio colectivo, así como una lista de más 80 potenciales clientes.

A esto se suman avances en los estándares de calidad, como la introducción de camarones con mejoramiento genético para reducir su vulnerabilidad a la “mancha blanca” y otras enfermedades; la reparación de la estación de bombeo, que garantiza el flujo adecuado de agua hacia los estanques; y la instalación de equipos de monitoreo que permiten controlar la calidad del agua marina durante el proceso de crecimiento.

Además, una de las herramientas que se desarrolló fue la estructuración de un fondo revolvente administrado por Fedeacuapac que, con un presupuesto COP 340 millones, busca impulsar futuros ciclos productivos y seguir impulsando la comercialización del concentrado para los camarones.

“Algo clave que resolvimos con las comunidades es que, además de la asistencia técnica para sus producciones, logramos conectar la apuesta del territorio con las demandas de un mercado que quiere comprar sus productos”, destaca Callejas. “Por su parte, también logramos acuerdos con actores de la cadena para reducir el precio de los concentrados de los camarones no solo para las asociaciones, sino para todo Tumaco, a través de un acuerdo con Italcol”.

En esta misma línea, Miguel González Gullón, coordinador general de la Cooperación Española en Colombia (AECID Colombia), aseguró que “la viabilidad y sostenibilidad de estos procesos radica en la sinergia de factores: se ha pensado tanto en la sostenibilidad económica como en la ambiental, y se ha avanzado en la conexión de estas producciones dentro de una cadena de valor, lo que a su vez exige garantizar la inocuidad del producto”.

Las sinergias y el éxito alcanzados, aseguran los aliados del proyecto, son una invitación para todo el país a creer en los procesos liderados por asociaciones comunitarias. “Este tipo de iniciativas muestran la necesidad, como nación, de confiar en nuestras organizaciones locales, que demuestran el enorme potencial que tienen para aportar al desarrollo regional”, indicó Sandra Bermúdez, directora de Coordinación Interinstitucional de la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional de Colombia (APC Colombia).

Hacia una paz duradera para Tumaco

Uno de los principales logros del proyecto ha sido consolidar, en un territorio PDET, un modelo económico sólido que ofrece una alternativa frente a las economías ilegales de la zona. “Los sistemas productivos que tenemos en este momento nos permiten producir toneladas de camarones cada cuatro meses, que es el mismo ciclo de la coca. Esto permite cambiar mentalidades y ofrecer economías legales para el bienestar de las familias”, explica Plaza, lideresa de Tumaco.

Mujeres participan activamente en la cosecha del camarón, garantizando sostenibilidad y tradición.

Uno de los objetivos de la estrategia es ayudar a cerrar el ciclo de la violencia que ha marcado la región, que ha causado desplazamientos y homicidios en los últimos años. “La consolidación del camarón representa una oportunidad para la paz, con la que las comunidades buscan sacudirse de la violencia y construir una sociedad más virtuosa, basada en una economía lícita y en una cadena de valor que conecta a productores y consumidores privados”, precisó González, de la AECID Colombia.

En ese sentido, una de las conexiones más relevantes —y quizás más inesperadas— es cómo la gastronomía puede contribuir al bienestar de los territorios. Como explica Guillermo Henrique Gómez, director de la Asociación Colombiana de Gastronomía, se trata de entender lo que se construye en Tumaco no solo como el crecimiento de un sector productivo, sino como una expresión cultural, una forma de recoger y contar la historia del territorio.

“Este tipo de propósitos colectivos muestra cómo el sector gastronómico habilita los sueños de los productores y las aspiraciones de la Colombia rural. Se trata de pensar que cosas como el servicio a la mesa no son simplemente llevar alimentos, sino promover una cultura, una identidad, conectar lo que valemos los colombianos y el amor que tenemos por nuestro territorio”, sostiene Gómez.

A pesar de estos avances sigue habiendo retos por superar en el territorio. “El principal desafío es cómo logramos integrar a los más jóvenes en estas cadenas productivas. Esto es clave para que las nuevas generaciones se queden en el campo y se mantenga este desarrollo que están tejiendo”, asegura Callejas, de la Red Adelco.

“Colombia tiene el objetivo de cerrar las brechas territoriales, y lo que vemos en esta iniciativa, construida entre comunidades y actores locales e internacionales, nos invita a seguir desarrollando proyectos que nos unan en un propósito común: apoyar, en especial, a las mujeres y a los jóvenes, para que permanezcan en sus territorios y participen activamente en el desarrollo de sus regiones”, indicó Bermúdez, directora de Coordinación Interinstitucional de la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional de Colombia.

Una de las principales invitaciones del proyecto es a seguir apoyando a los productores locales que, como en el caso del camarón de Tumaco, están creando las condiciones para fortalecer su desarrollo territorial y construir una paz duradera a partir de su cultura y su voluntad colectiva.

Así se vivió el evento:  Vivir Tumaco, en la ciudad de Bogotá

 

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